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TESTIMONIO | María Inés Concha, mamá de seminarista LC: “Cada uno está llamado por Dios a seguir la vocación que Él le ha encomendado”

Hace más de dos años que Daniel de Tezanos Pinto, ex alumno del colegio Everest, compartió con sus seres más queridos la decisión de ser sacerdote. Su mamá María Inés Concha, casada con Ricardo de Tezanos Pinto, profesora de música y miembro del  Regnum Christi hace 24 años, nos comparte su testimonio de este camino personal y familiar y lo que ha significado el tener un hijo con vocación sacerdotal.

María Inés Concha conoció nuestro movimiento cuando hacía clases en el colegio Cumbres. En ese centro educativo formó el primer coro de mamás, sin embargo, no empezó a participar en la vida espiritual y apostólica del Regnum Christi hasta que se trasladó a vivir a la Quinta Región, donde junto a Chila Levín, Angélica Larraín y el Padre Donald O’ Keefe, LC, fundó la localidad del RC de Viña del Mar. Hace más de dos años que su hijo, Daniel de Tezanos Pinto, ex alumno del colegio Everest, compartió con sus seres más queridos la decisión de ser sacerdote. María Inés, casada con Ricardo de Tezanos Pinto, mamá de seis hijos, profesora de música y miembro del  RC hace 24 años, nos comparte su testimonio de este camino personal y familiar y lo que ha significado el tener un hijo con vocación sacerdotal.

¿Qué sentiste cuando tu hijo te dijo que quería ser sacerdote?

“¡Lo primero que sentí fue una emoción increíble! Me quedé para adentro, sorprendida, y lo abracé. Luego lo felicité y le pregunté que si estaba seguro. Me contestó que sí, entonces le dije que tenía mi apoyo, que contara con mis oraciones, que fuera siguiendo la voluntad de Dios, y que lo que  uno quiere para sus hijos es que sean felices. Después cuando me fui a dormir, porque era de noche, sentí una alegría inmensa y una felicidad profunda de que el Señor se hubiera fijado en nuestra familia llamando a uno de nuestros hijos al sacerdocio. Siempre lo había pedido en cada bautizo de nuestros hijos y se los ofrecía a Dios por eso sentí un profundo agradecimiento”.

¿Cambió tu mirada desde entonces al día de hoy?

“Mi mirada no ha cambiado. Como mamá igual a veces me daba pena pensar que no lo iba a ver tanto, pero por otra parte, aunque toda la familia apoyó desde un principio su vocación, hubo momentos más complicados. Para los hermanos es difícil porque son muy unidos y les dolía la separación. Es obvio que me daba mucha pena verlos con esos sentimientos, aunque igual es bonito ver la unidad entre ellos. Ahora ya se van a cumplir dos años y todos están tranquilos y orgullosos de su hermano”.

¿Qué mensaje les darías a las mamás de hoy en relación a la vocación religiosa de un hijo?

“Les diría que cada hijo es único. Cada uno está llamado por Dios a seguir la vocación que Él le ha encomendado con sus talentos, dones y virtudes. Cada uno tiene que aportar un granito de arena a este mundo. Esto lo digo para cualquier vocación. Cada hijo es libre de elegir su camino. Uno como padres puede iluminar, guiar y ayudar en el discernimiento, pero no podemos coartar su elección de lo que va a estudiar o dónde va a estudiar. La decisión es de ellos. Y les diría a las mamás que si un hijo quiere ser sacerdote, bendito sea Dios, y que regalo más grande tener una vocación sacerdotal dentro de la familia”.

¿Crees que hoy para un joven es más difícil tomar este camino considerando la situación actual de la iglesia?

“Creo que siempre es difícil tomar la decisión de dejarlo todo por Cristo. Porque realmente es así, es una vocación de servicio. Pienso que cuando Dios llama da la gracia, sea cual sea la situación. Se necesita valentía, fortaleza, fuerza de voluntad y un gran amor a Dios y a las almas para comunicar la fe hoy en día, ya que es diferente a años pasados. Lo que creo que es difícil para un joven hoy en día es dejar las cosas materiales y las comodidades que poseen”.

¿Cuál crees es el aporte de una vocación religiosa al mundo de hoy?

“Creo que el aporte es hacer saber y sentir que cada persona es hijo muy querido de Dios. De  que tenemos un Padre misericordioso que mendiga nuestro amor. Que su amor es infinito hacia sus hijos. Sin duda, también el gran aporte en el caso de los sacerdotes son los sacramentos. Sin los sacerdotes no tendríamos la Eucaristía, que es el poder tener a Cristo en nuestro corazón como alimento y gracia para vivir, y vivir en unidad”.

 

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