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¿Es eutanasia retirar un respirador? ¿puedo rehusarme a seguir un tratamiento?

En nuestros días muchos se cuestionan la legitimidad de terminar con su propia vida o la de un ser querido que padece una enfermedad terminal o crónica. Por esa razón, consultamos al Instituto de Bioética de la Universidad Finis Terrae acerca de este tema que ha cobrado fuerza en la opinión pública. Nos responden los doctores Patricio Ventura-Juncá, Paulo López y Manuel J. Santos.

 

¿Qué se entiende por eutanasia?
Es una acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar el dolor y el sufrimiento.

NO son acciones eutanásicas:

– El uso de cuidados paliativos o cuidados terminales como rehidratación, cuidados de enfermería, intervenciones médicas paliativas, acompañamiento psicológico y espiritual del moribundo.

– Renunciar a ciertas intervenciones médicas que no parecerían apropiadas a la situación del enfermo.

-El acto de aliviar al enfermo de su sufrimiento, quizás con el riesgo de abreviar su vida, también llamado límite al esfuerzo terapéutico.

¿Por qué si una persona quiere morir, la eutanasia atentaría contra la bioética?
Hay dos principios que se vulneran que están interrelacionados en la acción de eutanasia: Primero la inviolabilidad de la vida humana de todo ser humano inocente. Segundo el autorizar a un tercero a quitarle la vida a otro.

¿Es eutanasia quitarle un respirador a una persona conectada?
Depende. Primero hay que distinguir el acto físico que uno puede ver, es decir, se está retirando el ventilador. Esto puede ser algo muy positivo en casos de que esta acción se realiza porque el paciente ya no lo necesita o porque se está aspirando el tubo endotraqueal, y también cuando está solamente prolongando una agonía y ya no es un tratamiento proporcionado.

Si se retira para provocar la muerte, estando el respirador cumpliendo un objetivo y tratamiento proporcionado y razonable, estamos ante un caso de eutanasia. Para evaluar todas estas situaciones es indispensable integrar el conocimiento médico, la deliberación ética y la participación del paciente y la familia.

Como católicos, ¿se puede decidir no conectar a un familiar a un respirador, o por ejemplo no darle comida y sólo hidratarlo cuando se trata de personas ancianas?
Esta es una consideración ética en la cual el magisterio de la Iglesia ha sido de gran ayuda al incorporar los conceptos de tratamiento proporcionados y ordinarios frente a los desproporcionados y extraordinarios. Es una obligación moral cuidar y tratar de prolongar la vida, pero ningún paciente o su familia están obligados a hacerlo a cualquier costo. Estas son los dilemas bioéticos más frecuentes que como dijimos requieren la integración de la ética, el conocimiento clínico y las preferencias del paciente. Por eso hablamos de problemas ético-clínicos.

El cuidado y respeto de la vida no es un principio que tengan solo los católicos y la Iglesia, está en el centro de la ética y de la búsqueda de la felicidad.

Otra razón que se replica mucho para respaldar la eutanasia es el caso de personas que tienen enfermedades con dolores crónicos, que muchas veces van en aumento ¿qué se propone para estas personas como solución que no contravenga la bioética?
Es una situación cada vez más frecuente por el aumento de la esperanza de vida. La gran respuesta que puede dar la medicina para esos casos son los cuidados paliativos. Estos no solo incluyen el tratamiento del dolor físico, sino que el apoyo con aspectos claves como el acompañamiento afectivo y espiritual, el entretenimiento, la música y por sobre todo el cuidado amable y afectuoso. La soledad y el sentimiento de descarte son elementos muy decisivos para quienes solicitan la eutanasia.

Por otro lado, hay otro desafío bioético, que es el empecinamiento médico. ¿Nos puede explicar mejor este fenómeno y cuál sería el principio bioético que trasgrede?
El término que mejor expresa el concepto es el de empecinamiento o sobre tratamiento. Es muy frecuente que familiares crean que la limitación de tratamientos desproporcionados o extraordinario equivale a una eutanasia por omisión. Este es un gran error que invita a que mucha gente, que no quiere terminar sus últimos días en una unidad de cuidado intensivo, llena de tubos y sondas, en soledad y en un entorno no amigable, lo que afecta mucho, especialmente a las personas ancianas o con enfermedades crónicas. Aquí el principio en las decisiones es que éstas no se deben guiar sólo por los efectos fisiológicos de aparatos que mantienen la vida artificialmente, sino que considerar el bien global del paciente. Pio XII fue el primero que habló de que no es obligatorio el uso de tratamientos extraordinarios, que luego fueron complementado por San Juan Pablo II al hablar de tratamiento desproporcionados.

Algunos documentos para profundizar en el tema

-Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, en la Carta de los agentes sanitarios Ciudad del Vaticano – 1995

-Catecismo de la Iglesia 2276-2279

-Evangelium Vitae, Juan Pablo II, 1995

-PONTIFICIO CONESEJO \”COR UNUM\”, Algunas cuestiones de ética relativas a los enfermos graves y a los, moribundos, 27 de junio de 1981

-Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe declaración, «iura et bona» sobre la eutanasia, 5 de mayo de 1980.

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